sábado, 30 de junio de 2012

UNA VIEJA VOCACION PENDIENTE, LA VERDADERA VOCACION.

Desde que era muy chico la música generó en mí, una sensación de calma, de alivio, de paz, de alegría. Amo las notas que nacen de un pentagrama, amo el sonido de la música, amo ver un grupo sobre un escenario, la idea de esa larga y eterna caminata previa hacia el escenario me apasiona, pienso, imagino lo que se debe sentir en esos metros que separan el camarín del músico, del escenario, trato de sentir en mi propio cuerpo esa misma adrenalina, mezcla de tensión y creación, y creo que no debe existir sensación mas gratificante que la de la ovación del público en cada recital, el aplauso o el grito de aprobación ante cada tema que logra conmover fibras íntimas de cada una de las almas ahí presentes. Cada noche, ya sea en un teatro o en un estadio, cual misa profana, todas esas almas se unen para escuchar a sus grupos preferidos, sobre algún escenario, altar de imposición de notas sanadoras. Cada vez que de mi guitarra sale ese sonido tan mágico de una cuerda sonando, de una nota traspasando a través de mis oídos mi propia alma, siento que la música es milagro, siento que la música renueva mis ganas de vivir, mis ganas de estar vivo, de ir por mas, de crear algo nuevo cada día de mi propia vida, en mi propia vida. Cuando perdí a mi madre fue la música la que me sostuvo en el duelo, fue ella la que me permitió sentir que no estaba sólo, ella me sostuvo en la adversidad, en la soledad aún me sigue acompañando y me sigue dando esperanzas. Es la música una creación de Dios? No lo sé. Sí sé que es una de las mas maravillosas formas de expresión del ser humano, es el camino hacia un mundo mejor, hacia una humanidad donde cada nota del pentagrama mundial suene con una armonía jamás vista, que nos permita vivir en paz y en eterna solidaridad por siempre.

miércoles, 20 de junio de 2012

JAIME ROOS - "3 Millones", Teatro Gran Rex, Martes 19 de Junio de 2012

Miércoles 20 de Junio de 2012. En Buenos Aires un nuevo día feriado nos recuerda que hoy los argentinos festejamos el Día de la Bandera, una bandera con los mismos colores de otra bandera hermana, banderas entrelazadas que levantan un puente imaginario sobre un interminable río marrón, un ancho caudal de agua con soberbia de mar, con sonidos de tango, candombe, murga y rock, dos ciudades tan parecidas y tan distintas a la vez, dos pueblos hermanados en los mismos sentimientos de nostalgia por lo que fue, o por lo que pudo ser, dos amigos sentados frente a las mismas brasas, con el mismo mate compartido, con la celeste o con la albiceleste en el corazón, donde el mismo color de nuestro cielo rioplatense se refleja en el del sentimiento, evitando así para el desprevenido, establecer quién es quién en esta hermandad rioplatense. La introducción de esta nueva crónica es inevitable, tanto como lo es este sentimiento que hoy me embriaga de “Río de la Plata”. Una vez mas, y van…, me volví a hacer presente en el Teatro Gran Rex, en una fría noche, de otoño en retirada, para ser testigo de la extraordinaria presentación de este colosal uruguayo, Jaime Roos, nacido allá en Montevideo, donde las calles Durazno y Convención, se resisten a ser parte del barrio del Centro y orgullosamente dicen pertenecer a la “Ciudad Vieja”. Al igual que ocurre con la música y sus estilos, las fronteras de los barrios, son sólo antojadizas creaciones de aquellos que necesitan delimitar lo que nunca podrá delimitarse, como los sentimientos y la emoción, los mismos que anoche este hermano oriental nos regaló durante aproximadamente dos horas y media, en lo que fue el inicio de una nueva gira por nuestro país bajo el lema “3 Millones”, donde fuimos testigos de una recorrida histórica que Jaime Roos y su excelente banda hicieron de toda su carrera, la cual bien podría resumirse en este único concepto: “Una admirable y calificada fusión de estilos como son el rock, el candombe, el tango, la murga y hasta la chacarera, en la obra de un músico uruguayo que a la hora de elegir sus propios músicos, no ha dudado en rodearse de los mejores”. Martes 19 de Junio de 2012, 21:10 Hs. Desde las alturas del Gran Rex comienza a bajar un tibio sonido de palmas imitando el ya clásico repiqueteo de los tambores candomberos, de a poco y a medida que se acerca la hora, la melodía comienza a inundar toda la sala presagiando la aparición del músico oriental. 21:30 Hs. Ante una ovación rioplatense, hace su aparición sobre el escenario Jaime Roos y su banda, alcanzo a ver el despliegue de banderas uruguayas y de camisetas celestes, y por un momento me siento otra vez en Montevideo, como aquella noche de abril, cuando en el Estadio Centenario, pude ver a Paul McCartney como si fuese un uruguayo mas, y porqué no serlo, acaso no estamos unidos por el mismo río marrón, acaso no somos porteños de ambos lados, acaso no compartimos el mismo gusto por el mate, y acaso no nos hermanan los mismos colores… Y así comienza el desfile de temas que uno podría escuchar una y mil veces sin cansarse, una sucesión de los clásicos de Jaime Roos, entre los cuales uno va reconociendo en el sonido de las primeras notas creaciones del estilo de “Amándote”, donde el repiqueteo de palmas con estilo candombero es una necesidad inevitable, “Expreso Horizonte” (un tema que al decir del mismo autor siempre le trae el recuerdo de su exilio en Holanda, cuando tomaba el tren de Amsterdam a Paris), este es sin dudas un momento para el lucimiento de Nico Ibarburu en la Fender Stratocaster, algo que evidentemente hace con un virtuosismo admirable, no sólo con este tema, sino durante todo el recital, con una humildad increíble, pero llevándose al final del mismo la segunda mayor ovación del público, después de la que obviamente recibe Jaime Roos. “Amor Profundo” es uno de esos temas donde el acompañamiento de la murga, infaltable presencia en cada uno de las presentaciones del uruguayo, se lleva los laureles, “Si Me Voy Antes Que Vos” impone de antemano un recuerdo emotivo a nuestra “Negra”, la inolvidable Mercedes Sosa, en la versión que hicieran juntos, este es un tema con aires de música andina, hasta me atrevo a decir que el acompañamiento de unas cajas, al mejor estilo de las de Leda Valladares, completarían una versión auténticamente sudamericana, es esta una de esas extraordinarias fusiones del uruguayo, a la que yo con mucha soberbia, me animo a hacerle una sugerencia de enriquecimiento musical (si algún día me llegas a leer Jaime, espero lo tengas en cuenta, con humilde reverencia te pido perdón!!!). Llega un tema sinónimo eterno del uruguayo: “Durazno y Convención”, y el recuerdo de su madre, fallecida hace unos cuatro años atrás, en la figura de su amiga y vecina, presente en el teatro y receptora del homenaje en la dedicatoria de Jaime Roos, y se vuelve inevitable con esta melodía pensar en Montevideo, en su costa, en la cuadra que separa esta intersección, del río mismo, en que en esas calles nació un botija que un día nos regalaría esta exquisita mezcla de estilos, los que nos harían bailar incansablemente en nuestras butacas al ritmo del candombe, siguiendo el sonido de esas tumbadoras que cantan en las manos del ya simpático “Nego” Haedo, y del debutante Daniel “Tatita” Márquez, acompañados por el infaltable Martín Ibarburu, hermano del anterior, y gran percusionista. Y claro, uno no puede menos que ponerse de pie y ovacionarlos. Apenas son reconocidos los primeros acordes de “Colombina” la alegría de la gente no reconoce vergüenza alguna, ahora la cosa empieza a ponerse bien de Carnaval Oriental con noche de candombe y murga, y todos entonamos una letra que ya nos resulta familiar, y por supuesto, intentando imitar los pasos de baile de comparsa, con la misma fidelidad con que lo hace la murga de Jaime Roos. “Catalina” es “el tema” homenaje del uruguayo a su madre, una letra realmente conmovedora para aquellos que también la hemos perdido hace unos años atrás: ”Yo soy hijo de Catalina, de ella saco la risa, saco el orgullo, gracias a ella jamás temí la libertad”. “Solo Contigo” es un tema con aires de chacarera, que Jaime se lo dedica a un amigo entrerriano presente también en el teatro (hoy parece ser noche de encuentros emotivos para el oriental), y resulta hasta simpático verlo pidiendo permiso para incursionar en un estilo folclórico que nos pertenece. Llega “De La Canilla” otro tema al que Jaime Roos se le atreve en ritmo de tango, algo que ya hiciera hace unos años atrás en el Teatro Ateneo junto a nuestra Adriana “Gata” Varela, del que tuve la suerte de ser testigo, y es justo reconocer que lo hace muy bien. Párrafo aparte para la letra de este tema, vale la pena escucharlo, en especial para aquellos que siguen soñando con la princesa ideal inexistente, en lugar de buscar la compañía de una verdadera mujer. Uno de los temas que mas disfruté en la noche fue “Una Vez Mas”, una melodía absolutamente reconocible como un verdadero rock rioplatense, casi diría creada especialmente para el lucimiento de los hermanos Ibarburu, Nico en la guitarra haciendo maravillas, Martín en la batería tronando los parches, y Andrés en el bajo electroacústico con unos graves que hacen vibrar los mismos cimientos de la sala. Cerrando la noche llega el clásico “Cometa de la Farola” y la explicación de Jaime sobre el faro que se dibuja en el escudo de la camiseta de su equipo de futbol preferido, el “Defensor Sporting”, (es el faro de Punta Carretas, La Farola, barrio del sur de Montevideo). El final…el final…y sí, es apoteótico, simplemente cuando suena “Adiós Juventud”, todos nos ponemos de pie, yo mismo no puedo evitar el grito de “Vaaaamos Arribaaa” para cantar ese estribillo maravilloso de "…parece mentira las cosas que veo, por las calles de Montevideo", y a esta altura todo es carnaval, murga, rock, candombe, alegría rioplatense plena y total en el teatro, veo flamear las banderas uruguayas, veo a mi lado un oriental o no, que importa, que le alcanza a Jaime Roos la camiseta celeste de la selección charrúa, y todos cantamos, bailamos, gran carnaval Tuleque en un teatro de la Avenida Corrientes, una avenida que apunta directamente al río, ese mismo río que se convierte esta noche en un puente que une dos culturas hermanas, que nos trae al gran Jaime Roos, un delantero que sigue haciendo goles, con un equipo de figuras mundialistas, con una murga de voces admirables, con tres hermanos que tocan la guitarra, el bajo y la batería, casi como si hubiesen nacido con los instrumentos incorporados al cuerpo, a los que se agrega otro guitarrista de lujo como es Guzmán Mendaro, con un tecladista excepcional como Gustavo Montemurro, con un percusionista como Walter “Nego” Haedo que le saca astillas a las tumbadoras, y con el promisorio debut de Daniel Márquez también en percusión. Llegan los primeros bises ante el reclamo del público, suena la retirada de la murga que acompaña al uruguayo, pero lo mas increíble es que a su término, cuando parece que ya nada queda por hacer en el teatro, pese a que parte de la gente sigue ovacionando a los músicos y otra parte comienza a retirarse, vuelve a aparecer Jaime Roos con toda su banda sobre el escenario y nos arroja un “Pensé que se iban…” y la respuesta no se hace esperar, inmediatamente la sala se vuelve a llenar, y entre los temas que interpreta a modo de despedida, suena la hermosa “La Hermana de la Coneja”, otra melodía con una letra que bien vale la pena sentarse a escuchar detenidamente. Ahora sí, todo termina, todo tiene un final (Vox Dei dixit). Salgo caminando a paso cansino de un teatro que hoy se vistió de celeste y blanco, de candombe, murga, rock y tango, de aire rioplatense, de ese particular aroma que se desprende de la brisa ribereña de la Banda Oriental, hoy es noche de Carnaval en Junio, hoy suenan las tumbadoras, hoy tenemos retirada, hoy juega Defensor Sporting, hoy los goles no son del Negro Jefe, hoy son del uruguayo mas oriental…Jaime Roos!!!