sábado, 4 de diciembre de 2010

YES - In The Present World Tour - Teatro Gran Rex (3 de diciembre de 2010)



En el momento en que se decide presenciar un recital de “Yes” ya se sabe de antemano que durante dos horas uno realizará un viaje cósmico, místico y hasta casi diría épico. No sé cual sea el motivo, pero cada vez que escucho un tema de esta gran banda inglesa no puedo evitar que mi mente viaje hacia una época de elfos, hadas, reinos medievales, magos, caballeros del Rey Arturo, princesas, en fin, toda esa liturgia que nos fue legada de la lectura de grandes clásicos y que en los últimos años el cine, a partir de la obra de J.R.Tolkien, nos trajo al presente una vez mas. Independientemente de esta sensación, cerrar el año viendo tocar a tres EMINENCIAS del Rock Sinfónico (se le suele llamar “Progresivo” también, en lo personal me gusta el primer término, atento que es imposible desligar este tipo de música de la clásica, la asociación es inmediata), como son Steve Howe, uno de los mas brillantes guitarristas de los últimos cuarenta años, ser testigo de su ductilidad ejecutando distintos tipos de guitarras, contemplar la fusión espiritual que genera sobre su instrumento jugando con notas y acordes con tanta versatilidad que uno no puede menos que quedar boquiabierto al verlo en esa gran exhibición de maestría, Chris Squire: copien lo dicho sobre Steve Howe y reemplacen guitarra por bajo. No tengo ninguna duda que si tuviera que pensar una lista de los mejores bajistas de la historia del rock, éste sería sin dudas uno de ellos, en una galería donde se disputarían espacios John Entwistle (The Who) y Roger Waters (Pink Floyd) junto al susodicho. A esto último debería agregarse la particular empatía que tuvo con el público anoche, llevándose las mayores muestras de afecto del mismo. Alan White es un baterista de lujo, por cierto, los fanáticos de YES no pueden evitar pensar una y otra vez que ese lugar era el de Bill Bruford, pero nadie puede negar que Alan White es un gran percusionista y el espectacular solo de batería que le ví hacer anoche (ya no son muchos los bateristas que le dan a sus tambores y platillos durante varios minutos generando la ovación del público, al menos no recuerdo muchos que lo hayan hecho en los últimos años), hizo estallar en una ovación cerrada a todo el teatro, en especial considerando que ya el “muchacho” no es un pibe. Lo de Benoit David ocupando el lugar del gran Jon Anderson es admirable (su registro de voz impecable es casi el mismo), pero es justo decir que el papel le queda grande, quizás el tiempo nos permita verlo crecer en ese lugar considerando que no ha de ser tarea fácil compartir un escenario con tamaños monstruos del rock. Oliver Wakeman (hijo del gran Rick Wakeman), es algo así como su propio padre en los comienzos de YES, pero uno no puede evitar mirar hacia la derecha del escenario buscando al rubio pelilargo con sus enormes capas, perdido entre dos mil teclados y sintetizadores sobre los que parecía hacer magia obteniendo sonidos maravillosos que lo convertían en una especie de Johan Sebastian Bach moderno. De todos modos, bienvenido sea Oliver y ojalá el alumno supere al maestro.




Así, con esta formación, fueron sonando los clásicos de la banda y con ellos venían a mi mente las tapas de sus discos con esos dibujos inolvidables de Roger Dean. De esta manera, se sucedían en mí las imágenes de “Fragile”, “Close To The Edge”, “Relayer”, “Tales From Topographic Ocean”, “Going For The One”, entre otras, y mientras mi mente flotaba entre dibujos psicodélicos, mis oídos recibían el sonido de las hermosas melodías que iniciaban este alucinante desfile progresivo con “Siberian Khatru”, “Seen All God People” (un tema que emociona y levanta de su asiento al mas circunspecto), “Tempus Fugit”, “Perpetual Change”, “And You And I” (uno de los temas mas hermosos de la banda), “Heart Of The Sunrise” (la fuerza de este tema es conmovedora y el duelo entre la guitarra de Howe y el bajo del gigante Squire, inolvidable), “Yours Is No Disgrace” (el verdadero sonido original de la banda en aquel viejo disco “The Yes Album”), “Roundabout”(un tema espectacular, en lo personal creo que es una de esas piezas donde el grupo logra demostrar la interacción entre todos los instrumentos, y las claras influencias de la música clásica que se hacen bien notorias en el sonido de los teclados de Oliver Wakeman),”Starship Trooper”(uno de esos temas que no puede faltar en un recital de Yes y donde Benoit sale indemne de una parada difícil, como es cubrir la voz del ausente Jon Anderson), “Owner Of A Lonely Heart” (quizás uno de los temas mas comerciales de la banda y el menos ovacionado de la noche, claro…este público convengamos es muy especial y exigente a este respecto).



Un par de detalles para señalar: desde el primer tema el público se puso de pie para ovacionar a YES no dejando de hacerlo hasta el final mismo del recital. Debo reconocer que para mí, el de anoche, fue uno de esos recitales en los que uno tiene la sensación de pertenecer a una cofradía que se ha reunido en una ceremonia pagana de idolatría progresiva, donde faltaría que apareciera sobre el escenario el Mago Merlín para completar lo que en realidad es una verdadera clase de virtuosismo musical.



Algo digno de destacarse, y por cierto muy curioso para una banda que nos tiene acostumbrados a dibujos e imágenes tan deslumbrantes, fue la total ausencia de ellas sobre el escenario, convirtiendo entonces al de anoche en un recital estrictamente musical donde nada podía desviar la atención del público mas allá de la perfomance que sobre los instrumentos hacía cada uno de los músicos.



El final fue, como era de esperarse, con una ovación impresionante brotando de un público de pie en un Gran Rex colmado, donde la devoción oscilaba entre el fan que les mostraba a Chris Squire y a Steve Howe las tapas de sendos álbumes de Yes, que creo eran “Close To The Edge” y “Fragile”, hasta un hombre no vidente, de no menos de cincuenta y tantos años, que con su bastón blanco en alto celebraba junto a todo el teatro la clase magistral de música que estos genios nos habían regalado…momentos inolvidables del rock, sin dudas. Quien a esta altura puede negar una verdad tan evidente!!!



En fin, termina el año, imagino que este ha sido el último gran recital de un 2010 que comenzara allá por febrero con la visita de los irlandeses de The Cramberries y que siguiera con las presentaciones de Coldplay, The End, The Beats, Paul McCartney y ahora Yes. Quedaron muchos sin ver, en el camino quedé en deuda con Diane Krall, Norah Jones, Rammstein, entre otros. El 2011 parece avizorar la llegada de grandes grupos como U2 y vaya uno a saber si en una de esas no nos desayunamos con la visita de alguno de esos gigantes que nunca pisaron estas tierras. Al menos ya en abril tenemos por Buenos Aires la visita del dúo sueco Roxette que independientemente de los gustos a favor y en contra, no puede negarse que han dejado su huella, y donde Marie Friedriksson merece un capítulo aparte en este gran libro de la historia del rock & pop a partir de su lucha contra una terrible enfermedad y su triunfo que ahora la ha llevado a los escenarios mundiales una vez mas. Enhorabuena!!!



Gente, nos estamos viendo y desde acá les deseo a todos una MUY FELIZ NAVIDAD y UN MUY FELIZ 2011 a todos, y por supuesto, que la música siga sonando y que las grandes bandas nos sigan visitando!!!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Paul McCartney en Argentina.



Cómo expresar en palabras las notas de una partitura que ha sido la banda de sonido de tu propia vida, cómo encontrar el término justo para describir la música que te acunó, te acompañó en tu vida y creció a tu lado, cómo lograr en uno o dos conceptos explicar el porqué de las lágrimas ante el primer acorde de un sonido que te devuelve a los mejores años de tu vida. Tal vez, simplemente, sólo con diez letras, dos palabras: The Beatles. Una vez mas estuvo con nosotros Paul McCartney y eso fue lo que pasó…nuestra vida volvió a escuchar el sonido de esa hermosa partitura llamada Paul McCartney, John Lennon, George Harrison, Ringo Starr y con ella los recuerdos, los buenos y los malos, los gratos y los ingratos, las ausencias dejaron de serlo y convertidas ahora en presencias estuvieron a nuestro lado tan sólo por tres horas, eternas, hermosas e infinitas.

Maravillosas horas…mágicas y misteriosas horas…

En esta mañana de domingo, siento que de a poco me voy instalando en tiempo y espacio nuevamente, otra vez me bajo de ese maravilloso bus en el que iniciara hace pocos días mi propia e inolvidable gira mágica y misteriosa, y ahora se imponen las palabras que pugnan por salir y expresar el rito sagrado de aquella noche.

Levanto la vista y veo el estadio a lo lejos, su imponente presencia me recibe entre familias enteras que caminan a mi lado, padres con sus hijos y también abuelas, que quizás hayan sido aquellas que allá por los tempranos sesentas gritaban desaforadas ante la sola presencia de los cuatro genios de Liverpool, veo pancartas, remeras (la mía propia es negra y muestra una leyenda en letras blancas bien marcadas con el texto “The Beatles”), siento el viento del río que despeina mis escaso pelo hoy ya canoso, pero que por un momento me devuelve a aquellos años de pelos largos que se agitaban en mi cabeza ante el sonido de la música de los Fab Four, puedo percibir la emoción en el ambiente, la magia está presente una vez mas.

A pocos minutos del ingreso del gran Paul McCartney en el escenario todo un estadio repleto a “capella” comienza a cantar el estribillo de “Hey Jude” y algo me dice que esto va a ser muy fuerte, inolvidable ciertamente.

Con la proyección de imágenes de íconos de época, tapas de discos, de periódicos de los sesenta, de pequeñas filmaciones en blanco y negro que ya hemos visto una y mil veces y que volveríamos a ver una y mil veces mas, cada pantalla a ambos lados del escenario nos señalan que el gran momento se acerca, y así es, comienzan a bajar las luces, y ahí está: PAUL McCARTNEY aparece una vez mas ante nuestra vista y estalla el estadio, ovación imponente para una figura que ya está a la altura de los grandes de la música clásica, que ha seguido el camino que alguna vez fuera construído paso a paso por otros grandes como fueron Mozart, Beethoven, Bach, Vivaldi, por sólo mencionar algunos de esa galería maravillosa de genios que precedieron a los cuatro músicos de Liverpool.

Van pasando una a una las canciones de Los Beatles en un desfile interminable de emociones, veo a uno de mis lados un padre con sus dos hijas y su señora secar sus lágrimas ante cada tema, ante cada recuerdo, a mi otro lado una niña apenas dejando la adolescencia grita como aquellas adolescentes de Londres allá por 1963, me creo inmune, pienso yo no puedo, no debo emocionarme y de pronto al piano suenan los primeros acorde de “Let it be” y no sé porqué me acuerdo de mi vieja, la responsable de todo esto, la que me regalara mi primer disco que fue justamente un “The Beatles” (era un viejo álbum pirata con un compilado de grandes éxitos que aún conservo), estará ella en ese momento a mi lado y yo no lo sé…tal vez…y se me nubla la vista, las lágrimas quieren salir y salen y soy uno mas de los miembros del club del Sargento Pepper.

Primeros sonidos de “Eleanor Rigby”…look at all the lonely people…y está todo dicho, al menos para mí.

“Yesterday” fue para mí el punto culminante, no salgo de mi asombro, cuando percibo que el estadio entero entonó la letra completa de la canción, algo que me remite en el recuerdo a marzo de 1981 cuando la misma sorpresa brotaba del rostro de Freddy Mercury y Queen con su ya eterna “Love of my Life”, el mismo asombro que veo en las pantallas tiene Paul McCartney, cuando al cambiar guitarras al final del tema le expresa a uno de sus asistentes con un gesto de “esto es muy fuerte” tocándose el pecho, el corazón, ese que ya es propiedad de todo un planeta, no del planeta que gusta con agredir la música de Los Beatles, ese que desgraciadamente tuve que volver a escuchar por estos días en boca de muchos que expresan un desprecio que no logro comprender, como si la música de ellos los hubiese dañado, los hubiese privado de algo maravilloso en sus propias vidas. Tal vez diría el Quijote: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”…

“Blackbird” es lo que llamaríamos un tema especial, lo percibimos en un silencio casi místico, algunos entonamos su letra casi en un silencioso murmullo de respeto.

“All My Loving” y todos estamos delirando en nuestros lugares, exactamente igual que cuando suena “Day Tripper”, “Obla Di, Obla Da”, o los mismos “Jet” y “Band on the Run”, estos últimos de “Wings” la banda de Macca después de la separación de The Beatles, ya casi al final suena “Sgt. Pepper’s” y otra vez el delirio de todo un estadio. Claro que si de momentos apoteóticos se trata creo que el esperado “Hey Jude” ha sido el mejor, por lejos, el viejo juego de Paul haciendo cantar a mujeres y hombres por separado, para luego confluír todos en un canto único del estribillo, el que me hubiese gustado escuchar desde fuera del estadio para apreciar hasta dónde llegaba ese sonido tan emocionante, tan imposible de cantar si no hace con toda la fuerza del alma.

“Live And Let Die” fue algo…cómo decirlo…supremo, el estallido de fuegos artificiales iluminando el estadio por entero, las llamaradas que brotaban del escenario, en fin…realmente debo reconocer que en ese momento en que todos delirábamos, me hubiese gustado con una palmadita en el hombro decirles a los Guns N’Roses: Boys, you must learn!

Capítulo aparte para los homenajes a John Lennon prologados por una ovación con canto futbolero incorporado por parte del estadio con un “olé, olé, olé, olé, Lennoooon, Lennoooon…” y al inolvidable George Harrison con una versión de “Something” que nos pone la piel de gallina a todos cuando Rusty Anderson, un guitarrista de lujo de la banda, puntea las notas de la eléctrica de forma tal que el mismo Harrison habría aplaudido de pie.

…y hablando de bandas, la banda de Paul se merece un comentario aparte también, son cuatro músicos excepcionales, lo cual prueba que el beatle sabe con quienes presentarse sobre un escenario…bueno...que duda cabe no…antes lo hacía con John, George y Ringo!!! Rusty Anderson en guitarras, el tecladista Paul Wickens, Brian Ray en guitarras y bajo, y el simpático Abe Laboriel Junior al frente de su batería la que ejecuta con una pasión y una fuerza realmente admirables.

De a poco va llegando un final que nadie desea que llegue. Con ese final, suenan las primeras notas de “A Day in the Life” y todos nos acordamos del gran John y del inolvidable George Martin, aquél genio que nos fuera legado de la música clásica para pulir el diamante en bruto hallado en las minas musicales de Liverpool. Pasa “Helter Skelter”, un tema con una fuerza inusitada y que alguna vez probablemente sea reconocido como el gen de lo que años mas tarde será denominado como “Hard Rock”.

Con “Get Back” todos sabemos que al igual que en aquél viejo álbum “Abbey Road” este tema va a ser uno de los últimos, si bien el final oficial es marcado después de tres horas mágicas e inolvidables por “The End”

… And in the end, the love you take
Is equal to the love you make…


Voy saliendo del estadio embargado por una emoción difícil, muy difícil de describir, en una larga procesión de familias enteras, las mismas con las que inicié el ritual de ingreso al estadio tres horas antes camino hacia mi próxima estación, me vuelvo a subir al bus de esta gira mágica y misteriosa, alguno dice que posiblemente haya sido esta la última vez que veamos un Beatle por estas tierras, no lo sé, aún no lo sé, tal vez sí, tal vez no. De todos modos, la gira sigue, la magia nunca se terminará. Todo aquello que ha significado en nuestras vidas la música de los Fab Four, la partitura con la que The Beatles musicalizaron cada uno de nuestros recuerdos, cada una de nuestra vivencias seguirá por siempre viva.

Muchos habrán sacado fotos, filmado, en fin, volcado en una cámara o celular aquellas dos noches, pero la única verdad es que el día en que cerremos los ojos para siempre estos recuerdos serán los que llevemos por siempre con nosotros hasta el final, guardados en nuestra memoria, en nuestras retinas.

Alguna vez me preguntaron porqué me gustaban tanto Los Beatles, a lo que respondí porque creo en Dios. Indudablemente la explicación sobre tal afirmación no se hizo esperar: Sólo Dios pudo haber unido, en un momento de ese gran ingenio químico, cuatro elementos de la tabla periódica de elementos musicales, combinarlos y generar del mismo modo en que dos partículas de hidrógeno y una de oxígeno generan agua, esa maravilla musical llamada “The Beatles”.

Cómo expresé en mis primeras líneas en Facebook: Gracias Paul, Gracias The Beatles!!!

Por mil años mas de los Fab Four, para nosotros, para nuestros hijos y para las generaciones que alguna vez los escucharán como nosotros hoy lo hacemos con los grandes de la música clásica.

Alberto Della Bianca.

domingo, 17 de octubre de 2010

Días...


Hay días en que las cosas se hacen cuesta arriba. Hoy fue uno de ellos.

Algunos podrán decir que estos días son simplemente eso, días creados por simples y pasajeros intereses, pero en definitiva estos son días de presencias ausentes, son días en que la película vuelve a correr una vez mas pero falta la actriz principal, son días en los que uno se siente desierto de abrazos y besos, días en los que sus caricias se sienten tan distantes que cuesta traer a la memoria ese recuerdo, quizás sea voluntario no hacerlo para no lastimarnos mas de lo necesario o de lo permitido, estos son días en los que el ramo de flores es un silencioso compañero que queda a su lado como un breve guardián que le ha de señalar que no ha sido olvidada, que su recuerdo sigue mas vivo que nunca. Estos son días difíciles, son días que uno quisiera terminar antes de haberlos comenzado. Son días en los que uno desearía volver a abrazarla y poder compartir la mesa con ella una vez mas. Son días en los que la fe flaquea y también se afirma, son días en los que la esperanza en la existencia de Dios permite que el dolor se retire dejando lugar a la paz de saber que de algún modo, ella sabe. Días en los que uno mira al cielo y desea que las cosas vuelvan a ser como ya no son ni serán, días en los que el recuerdo de aquellos otros días, en los que uno sabía que aquel largo camino llamado vida era un pizarrón por escribirse, anestesia la certeza del dolor del ya no verte, días en los que las sonrisas era eternas y las lágrimas sólo eran provocadas por desbordes de felicidad infinita. Hoy fue uno de esos días en los que la soledad se hizo sentir, esa soledad sólo comparada al frío del invierno cuando las presencias mutan en ausencias de una ciudad desierta.

Hay días en que las cosas se hacen cuesta arriba. Hoy fue uno de ellos.

domingo, 4 de julio de 2010

El mejor análisis...nada que agregar.


Ojalá sirva la lección alemana

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Juan Pablo Varsky
Para LA NACION
03 de Julio de 2010 - 23:06

CIUDAD DEL CABO.- Alemania nos dio una lección de fútbol. Jugó el partido perfecto. Confirmó que funcionamiento no sólo significa defenderse con orden. Demostró que para ser ofensivo no hace falta amontonar delanteros. A partir de su compromiso con un plan, todos sus jugadores supieron atacar y defender en los momentos y lugares indicados. La Argentina perdió 0-4 contra algo más que un equipazo. Cayó contra una idea bien ejecutada, contra un proyecto que llevó años de construcción. Primero Jürgen Klinsmann y ahora Joachim Löw desmontaron el patrón del lanzamiento directo, sin elaboración y sin talento, que tan exitoso había sido para el fútbol alemán. Convencieron a los futbolistas de que se podía jugar al toque y al engaño sin perder un gramo de intensidad. Les inculcaron que la condición física sirve como complemento de un estilo pero no alcanza para definir una identidad. Ni siquiera una gran frustración como la del Mundial pasado (derrota en casa contra Italia en semis) interrumpió este proceso revolucionario. Lo profundizó con la incorporación de jugadores jóvenes como Özil, Müller y Khedira. Repitió seis titulares respecto del duelo de Berlín 2006. Y su evolución quedó plasmada en esta paliza, la peor para el seleccionado argentino en mundiales desde el 0-4 ante Holanda modelo ´74 en Gelsenkirchen.

La falta de autocrítica en las primeras declaraciones se entiende desde el dolor y el desencanto. Pero esta derrota merece una interpretación más profunda que el mero análisis del partido. Desde luego, el juego ofrece material para entender el resultado. A los 2 minutos, tras una pelota recuperada en su propia área, Alemania armó una jugada que, gracias a un cambio de frente de Schweinsteiger, puso a Podolski mano a mano ante Otamendi. El defensor no pudo soportar este uno contra uno permanente sobre su lateral. El 10 alemán le hizo siempre la misma jugada: amague y salida por la raya. Después de la primera falta, llegó el tiro libre a la zona dolorosa. Otamendi debía marcar a Müller. No lo chequeó con ese típico contacto que se hace antes del centro. El número 13 se le escapó y la rozó para el 0-1.

Por primera vez en este torneo, la Argentina empezaba perdiendo. En lugar de su relación tan natural con el gol, el equipo necesitaba del juego. Pero este vínculo venía muy forzado desde el partido con Grecia. Y sufrió el partido. Alemania lo venció en todos los aspectos con una formidable actuación. Tan inferior se sintió la Argentina, que quiso llevar a su rival al terreno de los intangibles: voluntad, esfuerzo, garra y actitud, con Tevez y Mascherano de abanderados. Por momentos lo logró, sobre todo en el comienzo del segundo tiempo. Presionó arriba, ganó las divididas, remató de media distancia y provocó algunas atajadas, ninguna impresionante, de Neuer. Pero el alma no alcanza para ganar batallas. Al igual que ante México, no tejió ninguna jugada colectiva de ataque. Y no siempre aparece el gol al rescate. Cuando un noqueador no mete su mano salvadora y el rival sabe boxear, ya sabemos quién ganará. Tuvo alguna esperanza con esos minutos de pelea callejera, a puro corazón. Pero futbolísticamente hablando, siempre fue superada.

El juego se terminó con el 2 a 0, marcado por Klose en la misma línea del arco. Ante una floja cobertura de Demichelis, Müller habilitó desde el piso a Podolski, quien tiró el centro atrás para el gol del delantero. Recién allí entró Pastore por Otamendi. El partido le pedía cambios a Diego desde los 20 minutos del primer tiempo. Los hizo a partir de los 25 del segundo. Cuando su equipo va perdiendo, el entrenador debe intentar modificar el resultado a partir de sus decisiones. En el descanso esperábamos la entrada de Clemente como lateral derecho y el ingreso de Pastore para armar juego. Así como acertó con Agüero ante Corea y el propio Pastore ante Grecia (con el equipo en ventaja en ambos casos), ayer no tuvo ni la intuición ni los reflejos para reaccionar a la velocidad del partido. Y con el 0-2, a veinte del final, ninguna variante podía influir en el desarrollo. No estuve de acuerdo con su análisis del triunfo ante México.

Creo que el 3 a 1, con goles sin elaboración y decisiva influencia arbitral, había entregado señales de alerta. Siempre había hecho modificaciones entre partido y partido, por diferentes razones. Pero esta vez lo traicionó su espíritu de jugador y sintió que debía respetar a los titulares. Repitió el equipo, que expuso los mismos errores: déficit creativo e inconsistencia defensiva. Este rival más calificado los aprovechó. Hasta acá llega la crítica a Diego. No es hora de hablar de Riquelme, de Cambiasso o de Zanetti. Ya fue escrito antes, al igual que la evaluación al ciclo pre-Mundial. Aquí en Sudáfrica, tuve más coincidencias que discrepancias. Me gustó la idea de reunir a Tevez, Messi e Higuaín como idea innegociable. Pero la selección no cumplió con el mandato de la Copa: ir de menos a más. Produjo la mejor actuación ante Corea, su segundo partido. Dejó todo y aceptó la derrota sin escándalos. Pero no podemos hablar de buen Mundial para un equipo que se había propuesto llegar a la última semana.

Messi se va de Sudáfrica sin goles y con una gran decepción. También su rendimiento decreció con el correr de los partidos. Desde el juego con Grecia, se retrasó en el campo y perdió gravitación. Alemania lo marcó muy bien y no le cometió ni una sola falta. Su actuación en Green Point nos duele a quienes lo consideramos el futbolista más importante del equipo. Como si creyéramos más nosotros que el propio Leo respecto de su rol decisivo en la selección. Lamentablemente, y más allá de algunos matices, su Mundial terminó idéntico al de Rooney, Kaká y Cristiano Ronaldo. La repetición no es azarosa. Sudáfrica 2010 nos está mostrando el valor del equipo como concepto. Ningún talento individual te salva si no hay respaldo en el funcionamiento colectivo. La Argentina pareció encontrarlo en los dos primeros partidos. Luego se fue apagando, como la estrella de Messi.

Tras el gol de Klose, el equipo se destartaló. El 3 a 0 sirve de muestra. Schweinsteiger, de excelente partido, gambeteó a Di María, a Pastore y a Higuaín antes de habilitar a Friedrich para otro tanto dentro en el área chica. El arquero Romero no tuvo responsabilidad en los goles. Ni siquiera en el primero, mérito del pateador en el tiro libre y del cabeceador en el anticipo. Pero no sacó ninguna imposible, de esas que hacen la diferencia. La Mannschaft encontró los espacios para su fulminante contraataque, siempre ejecutado con precisión en velocidad y supremacía numérica. Apareció Özil y dejó su sello en el cuarto. Desbordó por la izquierda y se la puso en el pie derecho a Klose, para su gol número 14 en mundiales.

Otro pesado 0-4, como en 1974 ante una Holanda muy superior. Luego de aquella eliminación, asumió Menotti con un proceso fundacional e integral, que convirtió a la selección en prioridad número uno. Hoy, en un contexto bien distinto globalización mediante, de nuevo hace falta un cambio estructural. Sabemos que Grondona no renunciará. Su poder no depende de cómo le vaya al equipo en la Copa. Pero la selección necesita una revolución. Un proyecto con hombres nuevos que se animen a potenciar el talento individual con la organización, imprescindible para todo buen equipo. No hace falta que el sistema sea más importante que los futbolistas. Ni tampoco alcanza con dejar todo librado a la inspiración. Convencer a los jugadores de una idea y elegir a los mejores para ejecutarla. Hay un modelo por seguir. Nos pasó por encima en Ciudad del Cabo. Con la humildad que exige este momento, ojalá aprendamos la lección que nos acaba de dar Alemania.

jpvarsky@lanacion.com.ar

viernes, 2 de abril de 2010

MALVINAS...un día como el de hoy hace 28 años.


Es verdad. Para mí estos son días de recuerdos, de recuerdos tristes, de vivencias que me hicieron madurar de golpe, de imágenes que me acompañaran por siempre: la partida de los camiones con mis compañeros pertrechados para una guerra que suponíamos de imposible desarrollo, los abrazos en el cuartel de los hijos con sus madres...tengo una imagen de la que no me puedo olvidar, quizás porque supuse en ese momento que iba a ser la misma imagen que otro soldado vería en mí en pocos días mas: una madre abrazando a su hijo y llorando de manera desgarradora (escribo esto y se me llenan los ojos de lágrimas, el recuerdo aún duele...), la guerra...la maldita guerra que siempre quita y nunca nos da...mis abuelos por ambos lados supieron lo que la guerra era, uno allá en Italia, el otro combatiendo en las trincheras de Alemania en la Primera Locura Mundial, crecí en una casa donde la palabra guerra tenía la misma entidad que la peor de las malas palabras conocidas, donde mi madre que sabía muy bien lo que eso era y lo que generaba en una familia, nunca quiso ni pudo volver a ver imágenes de cualquier guerra que pasaran por televisión, así fuera en Europa o en Medio Oriente, y por supuesto...nunca imaginaron mis padres que su único hijo podía verse involucrado en una aventura despiadada generada por la locura de un ebrio disfrazada de gesta patriótica.
Yo no puedo menos que tener un sentimiento encontrado con esta fecha, para mí no fue...insisto NO FUE, una gesta patriótica, fue simplemente el manotazo de ahogado de un grupo de asesinos con uniforme que acostumbrados a matar compatriotas como si fueran moscas no dudaron en seguir haciéndolo con sus propios "soldaditos".
Por otro lado, no puedo olvidar que esos mismos soldados que no lo eran de carrera, eran colimbas como yo, dejaron su sangre regada en territorio nacional usurpado por un imperio que supo siempre de usurpaciones y piratería, para ver expandido su territorio de pequeñas islas por un planeta entero.
Esos soldados, la mayoría de ellos originarios de lugares a los que quizás nunca en mi vida vaya, pueblitos perdidos en el medio de nuestras olvidadas provincias, esos que realmente han sido y siguen siendo los verdaderos argentinos, fueron los mismos que lucharon como los soldados de Belgrano en el Alto Perú, o los Granaderos de San Martín en el cruce de los Andes, esos fueron los que se destacaron por sus gestos de heroísmo en Monte Longdon o en Puerto Argentino o en Goose Green. Es posible, que de haberme tocado estar ahí, y cerca...muy cerca estuve de que así fuera, habría peleado hasta el final, con el mismo coraje con el que mi abuelo los enfrentó en las trincheras de Europa en la Primera Guerra, pero quizás siempre sabiendo que el verdadero enemigo no provenía de la lejana Europa, sino que dormía plácidamente en nuestra Casa de Gobierno.
Han pasado muchos años ya, hoy el número de Ex Combatientes que se han suicidado supera largamente al número de caídos en combate en las Islas, como si esto fuera poco un grupo de pícaros oportunistas que fueran movilizados sin haber pisado territorio malvinense reclaman frente al Congreso todas las semanas los mismos beneficios que aquellos que realmente enfrentaron el fuego enemigo, y este "Alzheimer país" olvida todos los años brindarle el merecido y sentido homenaje que los que aún están vivos se merecen.
Vuelvo una vez mas a mis recuerdos...madrugada de los últimos días de junio de 1982...se abren las puertas del Regimiento donde cumplo mi guardia nocturna, entran los camiones con los soldados de Malvinas, los ingresan en la oscuridad de la noche, como delincuentes, vergonzándolos, son humillados una vez mas, les gritan, los maltratan nuevamente como en las Islas, los acusan de ser los responsables de la derrota, otra vez mas el pueblo paga los platos rotos, otra vez mas pateamos la pelota fuera de la cancha, otra vez mas la culpa no es nuestra...
Regreso de franco a mi casa, todo terminó, nos rendimos, me abrazo con mis padres, todos lloramos, mi madre se hace devota de la Virgen de la Medalla Milagrosa donde fuera a rezar durante la duración del conflicto orando porque se acabe la guerra, porque se acaben los muertos, porque los "chicos de la guerra" regresen a sus hogares junto a sus madres...ya falta poco...ha cambiado el viento...soplan brisas frescas de libertad, se escucha a un viejo gruñon de gruesos bigotes hablarnos de democracia...viene de Chascomús y encanta multitudes con su discurso....la pesadilla está cerca de terminar....nos costó mucho dolor, madres con hijos desaparecidos acá y allá...en Malvinas...perdimos mucho pero ganamos la libertad....que NUNCA MAS debemos perder, porque cuando se pierde nos cuesta sangre joven, esa que es la que mas necesitamos para tener un país distinto, un país que valga la pena ser vivido, un país como aquel que conocí siendo chico y al que realmente amé, y del que realmente me sentí orgulloso..."Quien sabe Alicia este país, no estuvo hecho porque sí...."
A los que cayeron, a los que ya no están, a los que simplemente enaltecieron el recuerdo de nuestros héroes...mi recuerdo sentido y todo mi respeto por haber sido los verdaderos argentinos, aquellos que dejaron su sangre en tierra irredenta.

sábado, 27 de febrero de 2010

Coldplay: lo prometido es deuda.



Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que en la noche del viernes 26 de febrero de 2010 cuatro músicos ingleses me dieron uno de los mejores regalos de cumpleaños que uno pueda recibir, en especial si le gusta la música, la buena música y los buenos recitales de estadios: el show de Coldplay fue absolutamente maravilloso.

En primer lugar se debe resaltar el profesionalismo y el respeto de la banda inglesa, el espectáculo montado fue completamente el mismo que vienen desarrollando en su gira mundial, en ningún momento podría uno insinuar un show de segundo nivel para países como el nuestro, al contrario el reconocimiento y admiración de Chris Martin, Guy Berryman, Jon Buckland y Will Champion por el público argentino quedó absolutamente probado en el mismo momento en que setenta mil almas coreaban ese ya consagrado “olé, olé, olé, olé…Coldplaaay…Coldplaaay!!!”, al que inmediatamente dos guitarras acústicas y una mandolina le ponían música de fondo. Al decir de Chris Martin que el público argentino es uno de los mejores del mundo, uno bien podría pensar que se trata sólo de una frase de cortesía, pero para quien como yo, ha asistido a tantos recitales esto es una verdad contundente: creo que no debe existir público en el mundo de habla hispana, que pueda entonar una canción en inglés como lo hace el nuestro, pudiendo en algunos casos llegar a conocer la letra en el idioma de Shakespeare íntegramente, y esto fue lo que sucedió anoche, sin dudas, una vez mas.

El de anoche fue uno de los mejores recitales que me ha tocado presenciar en los últimos años, sin dudas. Desde mi llegada al estadio Monumental realizada debajo de una molesta llovizna que alimentaba mis temores de un recital bajo el agua, lo cual por supuesto no me iba a amedrentar, en especial cuando el público comenzó a encenderse clamando por la presencia de la banda, hasta el mismo momento en que las luces del estadio comenzaron su lento devenir en oscuridad y empezaron a sonar las primeras notas de “Life in Technicolor” prologando la aparición de los músicos en escena y lo que iba a ser el inicio de una noche inolvidable.

El maravilloso tapiz de Eugène Delacroix “La libertad guiando al pueblo” que fuera elegido por Coldplay como tapa de su último cd, aparece ahora como fondo del escenario en una reproducción que hubiese maravillado al mismo pintor francés, que seguramente nunca habría podido imaginar que ciento ochenta años después sería visto por millones de personas en todo el mundo, producto de la decisión de una banda inglesa llamada Coldplay. Es así, que se van sucediendo imágenes una tras otra, detrás de los músicos, por debajo de cinco globos gigantes que simulan ser planetas y que van cambiando de colores y dibujos conforme van avanzando cada uno de los temas. Al mismo tiempo, cinco globos gigantes iluminados flotan en la parte superior de las tribunas del estadio jugando con las luces de los laser que nos recuerdan el video de “Speed of Sound” y la pantalla multicolor sobre la que aparece cantando Chris Martin.

Y si de temas se trata…el inicio del recital con los clásicos de siempre hace delirar al público, se van sucediendo “Clocks”, “Speed of Sound”, “Yellow”, una versión melódica interpretada al piano por Chris Martin de “The Hardest Part” que trae a mi memoria el recuerdo de aquella ancianita que provocaba las delicias y despertaba los temores de las asistentes, con sus movimientos de baile cual adolescente en su clase de gimnasia, en aquel video mechado de la banda inglesa.

Llega el turno de “In my Place” y aquí es cuando mi vista cambia de dirección abandonando el escenario y viendo al público entonar la letra como si estuviésemos en Wembley o en el O2 de Londres…y puedo asegurarles que por un momento tengo la sensación de que realmente estoy en la capital inglesa, llovizna como si estuviese parado en alguna calle cercana al Támesis, tengo la sensación que al salir me voy a encontrar con los buses de dos pisos y los taxis negros “girando” por Piccadilly Circus, y quien sabe si no será el Big Ben quien me de la hora al salir del estadio.

“Fix you” marca el comienzo de lo que será la parte mas fuerte y clásica de la noche, el tema con su característico inicio de balada melancólica, que de a poco va ganando fuerza e intensidad en su ritmo, para desembocar en el esperado golpe de batería de Will Champion y el estallido de fuegos artificiales en la cabecera del estadio que provoca el delirio de todos.

Comienza el momento de la interacción de la banda con el público y Chris quiere que la gente haga la ola con los celulares encendidos…y la audiencia cumple y cómo cumple…es un espectáculo aparte, imposible de expresar con palabras ver una impresionante ola de lucecitas moverse a lo largo de las tribunas subiendo y bajando una y otra vez para terminar en el esperado cantito de tribuna que mencioné en un principio, alabando esta especie de ceremonia pagana hecha en devoción de cuatro londinenses que nos están regalando un espectáculo inolvidable y de altísima calidad.

Como si todo lo dicho fuera poco, llega el turno de los nuevos temas de “Viva la Vida” y mi capacidad de sorpresa sigue siendo desbordada cuando le llega el momento al mismo tema que le da nombre al álbum y todo el estadio corea ese estribillo del “oooo…oooo…oooo...ooooo”,pero lo que es aún mas increíble y creo me quedo corto con el término, es que al finalizar el tema el estadio entero por espacio de diez minutos al menos sigue coreando este mismo estribillo ante la mirada incrédula de Coldplay que no puede menos que aplaudir a la gente por tamaña demostración de afecto y agradecimiento.

Ahora ustedes creen que acá terminó todo: No...error...sigan leyendo!

Llega “Lovers in Japan” y acompañados por coloridas imágenes de Tokio se produce la explosión de cuatro columnas que arrojan al aire papeles de colores con forma de mariposas que vuelan sobre el estadio y que con el juego de luces del escenario generan el efecto mas fantástico que recuerde haber visto en un recital de estas características…estoy absolutamente extasiado ante lo que veo y agradecido a Dios y a la vida por estar siendo testigo de esto.

Uno tras otro van sonando los temas del último cd y así van pasando “Violet Hill”, “Cemeteries of London”, “Strawberry Swing” y “Death and all his Friends”, entre otros. Como si el turno de los regalos no hubiese terminado los cuatro ingleses nos premian con un tema country entonado por el calvo drummer de la banda que demuestra no irle en saga a Chris Martin a la hora de tener que cantar y lo que es aún mejor: nos dejan un tema inédito compuesto en homenaje a todas las audiencias y públicos latinoamericanos, gran sorpresa para los cuatro londinenses que quizás no creyeran ser tan respetados y conocidos por estas tierras.

Capítulo aparte para los músicos: Will Champion quizás no sea el mejor baterista de la historia, y quizás ni siquiera le interese llegar a serlo, pero si hay algo que se le debe reconocer es su forma de ejecutar la batería, las ganas y el profesionalismo con que lo hace son dignas de mencionar, sumado al acompañamiento en voces que respalda el buen trabajo de Martin al frente de la banda. La guitarra en manos de Jon Buckland es uno de los pilares que sostiene a Coldplay y es el que, sin dudas, le da la fuerza para ser lo que son, mas allá de la crítica ligera de algunos desvelados que lo han acusado de querer copiar al insuperable “The Edge” en el estilo de ejecución de tan maravilloso instrumento. El bajo de Guy Berriman está presente todo el tiempo, con su figura de músico tímido y parco que parece mas bien alejada de toda la parafernalia propia de los grandes grupos de rock, recordándome al bueno de John Deacon en ese papel de “estrella disimulada” sobre el escenario en los buenos tiempos de Queen.

Llega el final del recital y vuelvo a escuchar a todo el estadio coreando una vez mas el estribillo de “Viva la Vida” enganchándolo con el cantito futbolero rimado con el nombre de la banda y cuando parece que no vamos a tener bis, miro al cielo las nubes se abren, deja de lloviznar y asoma la luna y asoma Coldplay nuevamente sobre el escenario para un cierre apoteótico con todas las luces del estadio encendidas, una sucesión interminable de fuegos artificiales estallando detrás del escenario iluminando el cielo de Buenos Aires y de River en una noche absolutamente inolvidable, y por supuesto la música, la buena música de Coldplay marcando el final.

Comienzo a caminar formando parte de la larga procesión de fans en busca de su hogar o quizás de una cerveza bien fría (este es mi caso), lo que fue un placer es ya un recuerdo, parte de mi memoria, parte de la parte mas hermosa de mi vida, no de “The Hardest Part” of my Life, sino de aquella que me acompañará por siempre, al menos hasta la próxima vez en que podamos recibir a Coldplay en Buenos Aires y decirles “Viva la Vida..Viva la Música..Viva Coldplay!!!

domingo, 21 de febrero de 2010


En cinco días mas tendremos la visita de una de las bandas mas importantes de Indie Rock de los últimos años. Si bien no pude conseguir entradas por esta irrazonable y harto mercantilista forma de comercializarlas, ya nos vamos a arreglar para acceder a lo que presumo será un recital de aquellos que no se olvidan...
Coldplay...de alguna manera ahí estaremos...ya que The Hardest Part será superada para que junto a la Speed of Sound podamos decir: VIVA LA VIDA COLDPLAY!!!

sábado, 6 de febrero de 2010

Ode to "The Cranberries"


Estoy regresando a casa desde mi trabajo, camino debajo de lo que parece presagiarse como una persistente lluvia nocturna, sin embargo la sola idea de estar presenciando el recital de Los Cranberries en un par de horas me hace olvidar de que, al menos por hoy, el tiempo no acompaña…o quizás sí, tal vez para una banda irlandesa nada mejor que un clima irlandés.

Salgo de casa y obviamente no llevo paraguas porque sencillamente nadie que se precie de ser veterano en estas lides de ver recitales lo llevaría…para qué? Por lo tanto, me encomiendo a San Patricio (a qué otro santo en este día no?), confío en que algún Leprechaun amigo me indique el mejor camino y encaro la calle bajo una intensa lluvia que a un par de metros ya me ha convertido en un despojo humano que quizás sea lo mas parecido a un pollo mojado, actitudes de adolescente inmaduro diría un típico adulto con gesto adusto, yo le respondería actitudes de sentirse vivo y con ganas de ir por mas, porque simplemente eso es lo que transmite la música, el rock, y el día que esto ya no se sienta así, será hora de partir.

Llego a nuestro histórico estadio Luna Park y al ingresar me recibe una gran caldera humana, la temperatura empieza a presagiar una noche de mucho calor y eso me remite en el tiempo a aquellos recitales donde el calor o la lluvia eran simples datos anecdóticos. Y no me voy a equivocar, una vez mas, este dato quedará como un obstáculo a remontar por la banda irlandesa y por el público mismo. Es sabido que estas temperaturas infernales afectan la justa afinación de los instrumentos, generan en los músicos un cansancio extra y hasta pueden sumarle a los fans, en el caso de un mal recital, una excusa mas para irse rápidamente a casa. Siento que el calor va en aumento, la impaciencia del público crece, miro hacia mi derecha y me parece reconocer al “grosso” de Alfredo Rosso presto a presenciar el mismo show por el que todos esperamos desde aquellos primeros años noventa, cuando se nos coló por el túnel carpiano de las emociones, la vocecita de una pequeñita Dolores O’Riordan con su inolvidable “Ode to my Family”.

“Lights turn off”…y el calor aumenta, una densa niebla mezcla de humo, vapor humano, fantasmas irlandeses tal vez, cubre el estadio…”blue lights turn on” y la ovación en ese clima pone la piel de gallina…aparece la banda y aparece Dolores O’Riordan sobre el escenario…la tengo ahí nomás, la miro como quien admira una imagen de Botticelli en alguna de sus pinturas, y comienzan sus cuerdas vocales a regalarme esa voz inconfundible, esos tonos que son un regalo para mis oídos…me estoy enamorando de la irlandesa…sí, sin dudas.

Es tan difícil poder expresar en palabras sentimientos y emociones, es tan complejo transmitir lo que se siente cuando comienzan a sonar los primeros temas y la gente entona cada letra de memoria como si nos encontrásemos en la mismísima Dublin, escuchando una banda de amigos dentro de algún pub gigante regalarnos sus temas y así es…van pasando uno tras otro, suena “Linger” y empezamos ese largo viaje a los tempranos años noventa, llevados de la mano de Dolores, la misma mano que no deja de saludar a cada uno de los afortunados fans instalados en las primeras filas, regalando sonrisas sinceras, comentarios en inglés y en un español básico mezclado con un poco de italiano que dibuja sonrisas en nuestros rostros.

Suenan “Ridiculous Thoughts” , “Dreaming my Dreams”, “How” y el clima va en aumento, la intensidad del calor comienza a sentirse, la misma Dolores no hace mas que repetir “I’m roasted” y no deja de arrojarnos vasos enormes llenos de agua para conseguir refrescarnos aunque mas no sea por unos minutos. Es el turno de “Everything I Said” y la dulce melodía nos impone un poco de calma después del paso de algunos temas con los cuales no paramos de saltar y mover los brazos siguiendo las simpáticas indicaciones de Dolores O’Riordan.

Llega "Waltzing Back", un tema que permite el lucimiento de la hermosa voz de esta niña de pelo corto y piel blanca como la misma nieve. Con “Dreams” todo el estadio comienza a saltar, el calor se olvida, el sudor es parte de la lluvia y ya nada importa, todos cantamos y seguimos a la irlandesa en esa extraña mezcla de caminata y danza pendular que realiza en el escenario, yendo y viniendo, de acá para allá, de un costado del escenario al otro. Ahora es el turno de “Salvation” y esto es lo máximo, todos cantamos junto a Dolores, el estadio entero grita orando por la ansiada salvación. Veo y siento el delirio a cada uno de mis costados, la gente en una mezcla de admiración, emoción y alegría no para de bailar, saltar y cantar cada tema. Con “Zombie” no existen diferencias, todos castigamos a una imaginaria batería, mientras otros tocan una inexistente guitarra eléctrica, cuando la banda queda sola tocando un final que estremece al mas pintado. Un capítulo aparte es verla a Dolores tocando la guitarra acústica y la eléctrica, una duendecita que no deja de regalarnos sorpresas, incluso como la que a los pocos temas de iniciado el recital nos dio con su “Ode to my Family”, “el tema” de la banda, ese que nos remite inevitablemente a aquel hermoso video filmado en blanco y negro donde se mezclan las imágenes de pub irlandeses con típicos ancianos de la tierra de San Patricio y por supuesto el particular homenaje a su familia.

Dolores sigue bailando en el escenario, el calor es absolutamente insoportable, pero ya nada importa en especial cuando alguien le arroja una bandera argentina que la irlandesa coloca sobre sus hombros y vaya uno a saber por qué razones del subconsciente no puedo menos que pensar, es para mí inevitable hacerlo, que en un lejano año de 1982 estuvimos en guerra con Inglaterra y por esas cosas de la historia supieron ser los irlandeses, un pueblo hostigado y humillado persistentemente por los ingleses, los que simpatizaran con la causa de un país perdido allá en el fin del mundo que se atrevió a desafiar a la corona británica. Al mismo tiempo, vaya curiosa casualidad, miro mi remera negra que lleva una leyenda blanca bien grande que reza RUGBY y simpáticamente no puedo menos que pensar que Dolores y su banda provienen del país que se ha convertido en nuestro clásico adversario en el deporte de la ovalada, y me acuerdo del Mundial 1999 y del try de Albanese, pero esta vez los dedos de la mano juntos son para acompañar los acordes de “Empty” e ir marcando la despedida de esta gran banda irlandesa, pero hoy Dolores…hoy el try lo anotaron ustedes, hoy cuando la memoria evoca en mí aquel interminable partido que marcara el inicio de nuestra rivalidad deportiva, hoy mi deseo es irlandés, hoy soy yo quien quiere que este partido nunca termine, hoy son The Cranberries los que han logrado con mucho profesionalismo remontar una parada difícil, un calor agobiante, un público exigente y conocedor de las letras de la banda, lo que no es poca cosa en estos tiempos donde todo pasa y nada queda.

Llegamos al final, todos queremos que esto no termine y seguimos coreando el clásico canto final de todos los recitales desde que tengo uso de razón, pero el inevitable bis de la banda ya pasó y no parecen exitir posibilidades de un segundo, y está bien que así sea…”Lo bueno si breve…”.

Nos vamos todos satisfechos, encarando la salida, en Buenos Aires sigue lloviendo, intensamente, y yo sin paraguas…y así tiene que ser porque de lo contrario me estaría volviendo viejo y esa no es la idea, al menos no por ahora. La lluvia me vuelve a bautizar, un bautizo al mejor estilo de un pueblo creyente como el de Irlanda, y vaya uno a saber porqué, pero quizás esta lluvia sea de algún modo santificadora como la música de The Cranberries que acabo de escuchar…como la misma cerveza negra que me espera en mi heladera para brindar por el reconocimiento, por el respeto, por la admiración que le profeso a las buenas bandas, a los buenos músicos, a los creadores de melodías sin las cuales esta vida no sería digna de ser vivida.

Hasta el próximo recital, hasta la próxima banda…Larga vida al Rock!!!

martes, 26 de enero de 2010



KENT




Kent es una banda sueca que tuve la suerte de descubrir hace apenas unos pocos días. Como siempre suelo decir, cuando uno se encuentra haciendo algo completamente distinto a la conducta que supone sentarse a disfrutar plácidamente de la música de un cd, o de las imágenes que la acompañan en un dvd, y de pronto por tener sintonizada una radio (en este caso sueca y de Internet), un tema genera el efecto inmediato de detenerlo a uno en lo que estaba haciendo y congelar su tiempo por cinco minutos...bien, mi sentencia es que esa banda es buena, muy buena. Eso me pasó con muchos, me pasó con Amy Winehouse cuando escuché su "Rehab", me ocurrió con Evanescence cuando la voz de Amy Lee se coló por mis oídos en su tema "My inmortal", me pasó hace muchos años cuando Dolores O'Riordan desde Cranberries me regalaba su "Ode to my family" o tal vez, cuando la mismísima Marie Fredriksson (sí, la rubia de Roxette) me entregaba el homenaje a su hermana fallecida en un accidente desde "Sparvöga", y ahora me ocurre con Kent, una banda sueca nacida allá por los noventa, la que nunca supo tener mucha difusión en este continente porque...claro...cantaban en sueco, porque se negaron a tener que cambiar sus letras al inglés para poder vender y ganar mercados internacionales, como tantos lo han hecho.


Lo mas interesante de Kent: son un grupo de rock sueco que denuncia a través de sus letras y de su música, episodios que ya se han tornado recurrentes en nuestra sociedad moderna, incluso en la sueca: la violencia familiar y la desaparición de niños y jóvenes cuyas familias siguen buscando con desesperación desde hace años, algo que no es desconocido para nosotros los argentinos.


Les recomiendo que entren en YouTube y vean y disfruten de dos temas en particular: HJÄRTA y TÖNTARNA (el primero de ellos significa "Corazón" y van a ver que al final del video aparecen las imágenes de muchos de los desaparecidos, con una leyenda que reza SAKNAD, lo cual significa "Desaparecido"), en el segundo video el término que le da nombre a la canción significa "Tontos, Lelos" y se refiere a la lamentable actitud discriminatoria que mucha gente tiene para con otros seres humanos, quizás mas humanos que nosotros, que son separados de la sociedad por no ser iguales a los que a veces, nos creemos perfectos sin darnos cuenta que la perfección es terreno de Dios y no nuestro.


Espero que lo disfruten!!!

jueves, 7 de enero de 2010

Argentina Beat




ARGENTINA BEAT: la película.
Así empezó todo...yo lo ví, yo lo viví...

Yo la ví y reconozco que no pude menos que emocionarme. Es curioso porque en aquellos años yo iba de la mano de mi vieja atento que no superaba los diez años de edad y sin embargo recuerdo mucho de todo esto y mas aún, cuando veo las imágenes se produce en mí un fenómeno de viva evocación a sabiendas que lo ví y lo viví, que sé que eso que estoy mirando en este momento, hoy con casi 47 años de edad, es absolutamente cierto, estamos hablando de la década del sesenta y principios de los setenta, y ESOS fueron los años en los que yo viví, si se quiere, la etapa mas feliz de mi vida: primero, estaban todos, yo no sabía el significado de la ausencia de un ser querido, segundo, mi casa era un dechado de felicidad, bienestar económico, social, afectivo, yo jugaba en la calle al futbol después de hacer los deberes de la escuela y como siempre me gusta decir...con la puerta de calle abierta de par en par: nunca nadie robó a nadie, nunca nadie se robó a nadie, para traficar órganos o vender en adopción al "gringuito" de turno a algún matrimonio extranjero, tercero, conforme íbamos creciendo, la calle, esa gran escuela que, al menos en aquellos años era bueno tener, nos iba enseñando nuevas materias y así llegaron las primeras vecinitas que ya no eran miradas como tales, sino como algo mas atractivo, algo que queríamos tocar...probar...,y también para aquellos que sabían disimularlo mejor frente a los viejos, los primeros cigarrillos, no era ese mi caso al menos en ese momento...el pucho me esperaba un par de años mas adelante cuando la opción podía llegar a ser una bala inglesa o un cigarrillo, y en pocos años mas llegó esa novia despechada a la que sigo despechando, en algún sentido, que ha sido en mi vida la música, y aquella tapa del album "Vida" de Sui Generis, en la que tanto me sentí reflejado, así éramos, así fuimos, pantalones de jean gastados, zapatillas Flecha, remeras desteñidas con métodos de destiñe, que corrían de boca en boca asegurando la mejor formación floral, onda flower power en el pecho, el infaltable medallón de amor y paz al cuello, de madera o metal, y crucifijos tan grandes como el de Cristo mismo, el pelo largo, algún que otro pelo en el rostro queriendo recibirse de barba, y las primeras y mas baratas guitarras con las que nos sentábamos en la vereda de acá enfrente, esa que hoy ocupa un laboratorio multinacional y que en aquellos años le pertenecía vaya uno a saber a quien, y apoyados en la pared comenzabamos a entonar las letras de "Aprendizaje", "Mr.Jones" y "Rasguña las piedras"...me echó de su cuarto gritándome...no tienes profesión...,o aquella de...Aprendí a ser formal y cortés, cortándome el pelo una vez por mes...,o una que irritaba a las señoras y señores mayores...Yo formé parte de un ejército de locos, tenía veinte años y el pelo muy corto...hasta que un día de 1975 la noticia era la separación definitiva de Sui Generis en el Luna..."mi hermana va" gritaba Huguito, el dueño de la guitarra y los discos...uffff...pero a mí no me van a dejar mis viejos...y claro...que te iban a dejar si apenas tenías 12 años Beto y querías ser hippie, te gustaba ser hippie, para rechazar el conservadorismo de tus padres...tal vez eso diría el viejo Freud no?...y mirate ahora...de traje y corbata...quién te hubiese visto...mirá si en aquellos años te hubiesen dicho que te ibas a aburguesar de este modCursivao...adónde los habrías mandado gritándoles en sus rostros la canción de Moris: Rebelde, yo soy rebelde...y mirate ahora...en fin...
...y sonaban los Sui, sonaban Los Gatos, Almendra, los primeros B.A.Rock...esos a los que se debía...debíaaaaaa...ir en procesión, porque valía la pena hacerlo, cantando, rechazando todo lo que llevara uniforme...obvio...sinónimo de violencia y muerte, y nosotros los jóvenes teníamos nuestro "leit motiv" eterno: Amor y Paz...no creíamos en otra cosa, con eso nos alcanzaba...hasta que llegaron los jinetes del apocalipsis...esos que trajeron la muerte, la desolación, las desapariciones...un vergonzante invento nacional...el desaparecido...trajeron la tortura, la uniformidad de ideas, el silencio...el silencio....se acababan los recitales, se terminaban los pelos largos, se guardaban discos, remeras, medallones, canciones...guitarras....el silencio se comió todo...las risas, los abrazos, la esperanza, el futuro, la vida...Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente...y sí que otra cosa podían traer los jinetes sino la guerra y con ella su propio final...un final espantoso, mas muertos, mas desolación, mas mentiras...nada de amor, nada de paz.
Sueño que sigo caminando de la mano de mi madre por una de esas calles céntricas de Buenos Aires, desde lejos suena una melodía, sale de alguna disquería que no necesita capitales extranjeros que le permitan sobrevivir, sueño que tiro de la manga del vestido de Mamá y le digo que quiero ese disco y ella con su cómplice generosidad no hace otra cosa que pedirle al vendedor ese disco...ese que está sonando resalta con voz firme y convencida...esos quienes son pregunta la alemana, con una mezcla de curiosidad e inquisición que inmediatamente se rinde ante el mágico encanto que sale de las voces de John, Paul, George y Ringo en un pentagrama de colores que será la clave del sol que iluminará nuestra vida, nuestros días.., Ahh..esos que estamos pasando por los baffles...ahhh...son unos muchachos de Liverpool...y sí, ya van a pasar, es una moda nada más... dice el vendedor asintiendo con convencida seguridad profética que el mundo todo se encargará de hacer caer cual castillo de naipes al viento.
Me voy de la mano de Mamá con mi disco debajo del brazo, contento, saltando y soñando llegar a casa para encender el Wincofón y escuchar mi disco, mi primer disco, de aquella época...la época de la Argentina Beat.
Subcte.Beto...aún con el sueño de ver un mundo mejor..."Imagine all the people living life in peace..."