domingo, 25 de septiembre de 2022

 GRACIAS ALE POR TANTO!!!




Hoy volví a tocar. Hacía varias semanas que no podía hacerlo. Creo que sentí la necesidad de guardar silencio, y silenciar mis guitarras como un sentido homenaje a un maestro, docente y amigo que ya no está. Hoy volví con sólo dos temas: «On The Mend» y «Times Like These», dos canciones de los Foo Fighters cuyas letras lo dicen todo. A veces la vida, o el destino te golpea fuerte y mal, muy mal, porque te agarra de sorpresa, te encuentra mal parado y el golpe te tira a la lona y te cuesta mucho levantarte. Durante largos ocho años compartimos charlas, música, y lo más importante el aprendizaje de un instrumento que desde que era niño siempre soñé poder tocar. Nunca obtuve de parte de él, un no por respuesta ante esa nueva canción que yo pretendía aprender, y que con inolcutable timidez le pedía que me la enseñara, a lo que siempre respondía con un «Claro, porqué no la vas a poder tocar!!!». Así fuimos armando un catálogo de cientos de temas de rock anglosajón y nacional, así desfilaron The Beatles, Paul McCartney, George Harrison, John Lennon, Pink Floyd, Led Zeppelin, Marillion, Genesis, Foo Fighters, Oasis, Almendra, El Flaco Spinetta, Cerati, Manal, Pappo, entre tantos otros. Lo de Ale era el Jazz, pero el sabía que mi eterno amor era el rock, y nunca jamás intentó cambiar eso, al contrario, yo mismo le pedí que el próximo año me enseñara Jazz, eso que a él tanto lo entusiasmaba. Al llegar la maldita pandemia tuvimos que continuar las clases de forma remota, y ahí fue cuando él actúo como un padre para mí cuando ante el temor irrefenable que me invadió al no querer vacunarme, sus sabios consejos y ese regalo de tranquilidad que me otorgaba con sus palabras se convirtieron en mí en una panacea que junto a la ayuda profesional recibida me permtió dar ese paso tan temido recuperando la paz interior que yo había perdido. Así fue como también comenzamos a planear la idea de un recital en vivo, yo no tenía banda propia, sin embargo él se iba a encargar de conseguir los músicos. Recuerdo con cierta simpatía el día que me dijo que armara el setlist de temas, la mañana en la que le sugerí tocar cinco canciones, no más, y él me dijo que porqué no hacíamos diez temas y dos bises. Mi cara de asombro no se hizo esperar, y la pregunta devino inmediata: «Vos decís?». Así fue que también me resultó imposible seleccionar doce temas de un listado de más de cien, a lo que cada semana me hacía presente en sus clases con un listado de cincuenta o más temas, que dibujaban en su rostro una mueca de ironía, y no dejando pasar ni cinco minutos me espetaba «Beto, cirugía mayor sin anestesia, son doce y punto». Cuando logré seleccionar finalmente los doce, recuerdo simpáticamente su sentencia inapelable: «Este listado no se toca más, es definitivo».

Siempre tendré presente que muchas de mis guitarras, mis amplificadores, el armado de mi pedalera, todo eso se lo debo a él, tanto como ese día en que me dijo que yo era músico, y yo sentí que el traje me quedaba aún demasiado grande, pero a él no le importó, no dudó un instante en otorgarme el título.

Nunca imaginé lo que ocurrió. Siempre tuve fe que se iba a poner bien, sentía que cada clase, que cada sonido de la guitarra, era una forma más de sanación. Ante su preocupación por el recital siempre le dije que lo más importante, lo primero era que él se pusiera bien, todo lo demás podía esperar, y si no era el año próximo, sería el siguiente. La noticia de su partida me dejó sin reacción, de pronto fue como si un gran silencio se hubiese apoderado de mi vida, no podía creerlo. En mi vida he perdido muchos seres queridos, empezando por mis propios padres, pero nunca perdí un amigo, Ale fue un Maestro, un Docente, pero por sobre todas las cosas un gran Amigo.

Necesitaba decirlo, escribirlo, me lo estaba guardando en lo profundo del alma, y no estaba bien, tal vez sea esta una forma de agradecerle por tanto. Ale querido, no te voy a defraudar, la música continúa, las guitarras seguirán sonando, y el recital va a darse, en algún momento se va a dar, sé que así será, y sé que ahí estarás.

 


sábado, 24 de septiembre de 2022

REFLEXIONES






A veces, muchas más veces que las que uno pueda enfrentar, la vida te pone a prueba. Puede tratarse de una pequeña ola que te golpea sin derrumbarte, o puede ser un tsunami que te lleva puesto sin dejarte capacidad de reacción. Cuando ocurre esto último suele ser mucho más difícil recuperarse, volver a levantarse y seguir. El impacto te lleva puesto, arrasa con afectos, sueños y proyectos, como la misma marea que en las playas se lleva todo mar adentro, pero esta vez no lo devuelve. Del mismo modo esta marea que nadie sabe de dónde provino, se lleva también todo lo bueno que alguna vez anidó en tus sueños, y lo que es peor en tu propia realidad. Es un tornado que te deja sin aliento, te hace perder la dirección, uno no sabe cómo volver a empezar, el horizonte se te presenta vacío, como una maldita rutina imposible de cambiar. La música se ha silenciado, mis guitarras lloran suavemente como bien lo expresara el querido George Harrison. Siento que aún no es hora de volver. De pronto la vida, los sueños, los afectos han quedado convertidos en una fotografía de color sepia, donde la soledad disfruta de ese momento en el que su víctima, no logra escapar de un bucle de abatimiento y necesidad de explicaciones que no existen. La soledad es como una maldita pesadilla de la que uno no logra despertar, esas en las que se busca la compañía y el apoyo de los afectos. Quizás uno ignore que los malos sueños han sido creados para atormentar al individuo en su cosmos, donde las buenas compañías no tienen permitido el ingreso.

El gran misterio de la vida nunca nos será revelado, los innumerables porqués seguirán sin respuesta eternamente. Se añoran otros tiempos en los que no nos resultaba difícil sonreír. Hoy parecería que el miedo se ha llevado las sonrisas. El recuerdo de los que no están comienza a tornarse cada vez más lejano, por momentos uno debe hacer un esfuerzo para traer al presente afectos del pasado que cual medicina para el alma logran anestesiar momentáneamente el dolor de sus ausencias. Tal vez, la vida no sea el jardín del Edén, y muchas veces el maldito innombrable goza de hacernos zancadillas para marchitar la belleza de los días vividos.

Me recomendaron escribir como una forma de terapia. La necesidad surgió de inmediato, casi como una forma de catársis reclamada por mi alma para ayudar, de alguna forma, a exorcisar algunos fantasmas que me han venido atormentado el último tiempo. Quizás uno al ponerse grande, o tal vez al ir envejeciendo comience a refugiarse en aquellos recuerdos de cuando la vida parecía un largo y sinuoso camino, en el que todo estaba por hacerse, y donde los sueños, los proyectos, los afectos nos iban a sorprender ante cada paso que fuésemos dando, ante cada estación de ese interminable tren cuyas vías y durmientes nos parecían tan lejanos e inalcanzables como un arco iris después de una fuerte tormenta.

Varias veces en mi vida me tuve que enfrentar a ese abismo sin fin, la partida de mi padre, el servicio militar en pleno conflicto bélico de Malvinas, la partida de mi madre, los proyectos de familia truncos, en fin, demasiadas cicatrices en el alma y un dolor que cuesta convertir en lágrimas, cuando se endurecen los sentimientos y uno trata de impermeabilizar el cuerpo para no dejarse atravesar nuevamente por las malditas flechas de la sinrazón.

Habré perdido la fe? Será que ese vacío que nunca ocupé con Dios hoy me esté pasando factura? Será mi inclaudicable racionalidad la que me impulsa estos razonamientos? O tal vez, la búsqueda del porqué de nuestra existencia, ese afán de llegar siempre a la verdad, esa necesidad de querer saber más develando todos aquellos secretos que nos han sido esquivos durante toda la vida, esa necesidad de hallar respuestas certeras a tantos porqués.

This is not the end, and the love you take, always will be equal to the love you make...