lunes, 26 de noviembre de 2012

…Y UN DIA DE NOVIEMBRE PASO SANTA CLAUS POR LA IGLESIA SUECA...

Se ha hecho costumbre en mí tener asistencia perfecta a cada almuerzo mensual que se realiza en el Club Sueco, por cierto una costumbre absolutamente placentera, no sólo por las exquisiteces con las que nos deleita cada mes el Chef del lugar, sino además por la siempre grata compañía de los asistentes. En ocasión del último almuerzo decidí ofrecerme como colaborador para el Bazar de Navidad que tuvo lugar el pasado sábado 17 de noviembre (conducta no muy habitual en mí, en este caso le atribuyo toda la responsabilidad a esa mágica bebida nórdica llamada Acquavit). Debo reconocer que desde que comencé a estudiar sueco en el ISA, varias veces mi profesora Eva Jeppsson me invitó a asistir a este evento anual, invitación que en reiteradas ocasiones no acepté, debido a otros compromisos personales o quizás también, por qué no decirlo, a falsas suposiciones sobre el evento en cuestión, y cuán equivocado estaba!!! Ya verán porqué… La mañana del 17 de noviembre decidí levantarme bien temprano a efectos de hacerme presente en la Iglesia Sueca con puntualidad escandinava. Al llegar a esta hermosa construcción cuyo estilo arquitectónico no me atrevería a definir, si bien creo reconocer algunos rasgos que oscilan entre lo normando y lo auténticamente nórdico, uno al ingresar en él, no puede desprenderse de la extraña sensación de estar apareciendo repentinamente en un lugar sagrado pero…de Estocolmo. Luego de caminar unos pocos pasos comienzo a sumergirme en un viaje mágico, de pronto se hacen presentes en mi mente las mismas imágenes a las que mi madre me tenía acostumbrado, ante la llegada de cada Navidad: alemana ella, procuraba cada diciembre tener la casa absolutamente ornamentada con motivos navideños, el clásico pino lleno de adornos y luces, las coronas de muérdago presentes en las puertas de ingreso a nuestra vivienda, las imágenes de un Santa Claus siempre sonriente recibiendo al visitante. Esa misma sensación es la que siento renacer en mí mientras recorro la Iglesia Sueca en esta soleada mañana de noviembre. Alcanzo a ver un gran árbol de Navidad en la antesala del gran salón, donde las banderas de Finlandia, Noruega y Suecia, asoman entre diversos colores y motivos navideños. A esto se suma, por cierto, la variedad de stands en los que uno puede adquirir y/o degustar exquisiteces de la cultura culinaria escandinava, tales como las clásicas albóndigas suecas “Köttbullar” o el riquísimo “Gravlax” (salmón marinado), ambas con guarnición de ensalada de papas y/o remolacha. Es posible también probar los famosos smörgås, siempre asociados de modo inevitable a estas “tierras de las largas sombras”, como le gusta decir a una amiga. Por supuesto, a todo lo dicho se agrega el placer de la repostería nórdica, tortas y galletas dulces por doquier, entre ellas rescato una de mis mayores debilidades, las “Pepparkakor”, unas galletitas de jengibre que sólo se pueden dejar de comer con mucha autodisciplina, de lo contrario uno no se puede detener sino hasta el final de la lata. Creo no exagerar, si afirmo que estos países, bañados por las aguas del Báltico, tienen el derecho bien ganado de hacer gala de la excelsa dedicación y buen gusto que siempre han tenido en relación a la elaboración de tortas y dulces. Otra de las delicias que pude probar ha sido el famoso Glögg, un vino caliente con especias, pasas de uva, canela y jengibre, realmente una absoluta exquisitez. Al mismo tiempo, el visitante se encuentra con una amplia variedad de posibles regalos, que el mismísimo Santa Claus estaría tentado de llevar en su trineo, que van desde llaveros con típicos motivos nórdicos, juguetes, adornos, repasadores, y hasta una pequeña guitarra!!! Claro, eso no es todo, uno puede adquirir también latas de Pepparkakor en diferentes tamaños, frascos con dulce de arándanos rojos (Lingon), acquavit Linie, oriundo de Noruega (los invito a leer en su página de Internet: www.linie.com, el proceso de elaboración y estacionamiento de la bebida, es realmente muy interesante), mostaza Abba (sí,leyeron bien, como el famoso grupo sueco!!!), entre muchas otras cosas mas. El desfile de visitantes es incesante, creo no equivocarme si digo que superan unos cuantos cientos, al menos desde mi lugar de colaboración en el puesto de venta de bebidas y comidas, la cantidad de personas que se alcanza a ver es numerosa. En el transcurso de la tarde se hacen presentes “François y Los Salames”, un grupo de rock & pop muy prometedor, cuyas letras, casi todas en francés, le dan un toque latino a una jornada absolutamente escandinava y por qué no decirlo…vikinga!!! El sol comienza a retirarse dando lugar a unas nubes que presagian tormenta para el domingo, la Iglesia va quedando vacía, solamente estamos los de siempre, en ronda de amigos charlando sobre el éxito del bazar navideño de este año, buscando qué cosas pueden ser mejoradas para el próximo, y cuáles deben ser repetidas por exitosas, así es que empiezan a despuntar las anécdotas de lo ocurrido en la jornada de hoy, mientras el inefable Miguel con la ayuda de la siempre presente Rauni van levantando mesas y sillas, y, de este modo, le van devolviendo al lugar el aspecto de un día común, donde nadie sospecharía que…un sábado de noviembre pasó Santa Claus por la Iglesia Sueca. Mientras dirijo mis pasos hacia la puerta principal, ya en retirada, una sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar lo expresado al comienzo de esta nota, por cierto, de acá en mas seré un colaborador permanente para los bazares de Navidad de cada año, sin dudas!!! A modo de cierre de la presente crónica, deseo hacer un especial reconocimiento a varias personas, en primer lugar a la Comunidad Sueca en su conjunto: siempre me han hecho sentir como en mi casa, no me canso de comentarle a muchos de mis allegados, la sensación de pertenencia a una nueva gran familia que han despertado en mí, sentimiento nacido hace ya unos tres años atrás, cuando un día de mayo de 2009 decidí acercarme a la cultura sueca, a partir del estudio de su idioma. En segundo lugar, a cada una de las personas que han colaborado con la Iglesia Sueca a través del Bazar de Navidad del presente año: Gracias Olla, Alan, Eva, Karin, Rauni, Sven, Clas, y tantas buenas personas mas con las que pude conversar, pero de las que no retuve sus nombres. Puedo asegurarles que terminamos todos agotados, pero con el placer de la tarea cumplida, y por cierto, muy bien cumplida!!! Que se repita!!! La presente es una colaboración absolutamente desinteresada para la revista Kontakt, publicación oficial de la Comunidad Sueca en Argentina.Alberto Della Bianca.