viernes, 22 de noviembre de 2013

El Disco del 2013: De Steven Wilson: “The Raven That Refused To Sing (and other stories)” o “De cómo un cuervo trajo nueva vida al Rock Progresivo”


 


Decir que la inspiración creadora, el profesionalismo y la calidad musical de un genio como Steven Wilson son conceptos de notoria obviedad, creo, a esta altura, ya nadie puede ponerlo en tela de juicio. Su paso por bandas como Porcupine Tree, Blackfield y No-Man, entre otras, a las que siempre está volviendo y de las cuales, en realidad, nunca se fue, hablan de un sujeto cuya inagotable energía compositiva sería vista en el siglo dieciocho como propia de un Wolfgang A. Mozart, más que la de un mortal de aquellos tiempos. Su último trabajo se ajusta con total precisión a este juicio de valor. Escuchar los seis temas (originalmente fueron siete, en la edición original no fue agregado el tema “The Birthday Party”, el que aparecería en una edición posterior en calidad de bonus-track), se convierte en un verdadero placer para el oyente. El despliegue de creatividad surge de cada una de las composiciones que integran este tercer disco solista de Steven Wilson (segundo consecutivo), que se ha dado en llamar “The Raven That Refused To Sing” o “El Cuervo que rechazó cantar”. Su título no es un mero capricho del autor, al contrario, cada tema guarda estrecha relación con una historia diferente de fantasmas y aparecidos, situaciones sobrenaturales, y la especial relación que el músico inglés tiene con la idea de la muerte y la finitud de la vida. En sus propias palabras: “Cuando uno de tus padres fallece, tú tomas conciencia que eres el próximo. Yo estoy, probablemente, más cerca del fin de mi vida, de lo que estoy del comienzo de la misma.”

Este último gran trabajo que fuera editado en 2013 y presentado a través de una gira mundial, que aún hoy continúa, y de la que tuve la suerte de ser testigo privilegiado el pasado mes de mayo en las instalaciones del Teatro Vorterix de la ciudad de Buenos Aires, es, y no tengo dudas al respecto, el disco del año. De hecho, ha sido galardonado con el premio “Album of the Year” en los “2013 Progressive Music Awards”,  y nominado en la misma categoría para el “Classic Rock Roll of Honour 2013”.

Los seis temas que conforman el disco se basan en historias de fantasmas como las que escribiera Edgar Allan Poe (escritor norteamericano, autor del poema “El Cuervo” o “The Raven”, donde el reconocible pájaro negro conversa con un amante despechado, que finalmente termina sumido en la locura, curioso juego de palabras y conceptos, por parte de S.Wilson , con el título del disco, el que hace mención a la misma figura del animal pero que en este caso “rechazó cantar”), o autores de la talla de Charles Dickens o incluso muchos más, pertenecientes todos ellos a la Inglaterra Victoriana, y que han sido fuente de lectura e inspiración para Steven Wilson, tales como Arthur Machen, Algernon Blackwood y Montague Rhodes James, entre otros.

Varias cosas llaman la atención y destacan en “The Raven…”, la primera de ellas se descubre al escuchar el disco por primera vez y es la notoria influencia de grupos provenientes del rock progresivo. Así es como se perciben, sutilmente, fragmentos que parecen casi un homenaje a bandas como Pink Floyd, Jethro Tull, Yes y King Crimson, entre otras. No se trata de un plagio, que esto quede claro, se trata de emular sus estilos a modo de homenaje. Recordemos que el mismo músico inglés ha reconocido la fuerte influencia que esas bandas han generado en su propia formación musical.

La segunda es absolutamente técnica: el disco fue grabado en su totalidad en vivo en el estudio, o sea, no se aplicaron los clásicos sistemas de registro donde cada músico graba su parte con cada instrumento, y al final se edita el material en su totalidad, pudiendo, de ese modo, obtener un producto final de una calidad casi predecible. En este caso para los músicos fue casi como tocar un concierto en vivo, pero en el estudio de grabación, imponiéndose ellos mismos la necesidad de hacerlo con una calidad superlativa. Se registraron siete canciones en siete días. En palabras del mismo S.Wilson: “Lo que ustedes oyen, además de mi voz, es una banda tocando en vivo. Pueden creerlo? En 20 años de hacer álbumes de estudio, nunca he hecho esto antes”.  Claro, recordemos que para hacerlo ha contado con la colaboración de un reconocido ingeniero de grabación como Alan Parsons (dos de sus trabajos más recordados, entre muchos otros, han sido “Abbey Road” junto a los eternos “Fab Four”, en calidad de asistente de grabación, y en “The Dark Side Of The Moon”, obra maestra de Pink Floyd), y un grupo de músicos de una calidad profesional admirable, ellos son Theo Travis (vientos, saxo, flauta), Adam Holzman (teclados y piano), Marco Minnemann (batería), el baterista alemán que fuera comparado al mismísimo Keith Moon (The Who) por su estilo de ejecución, Guthrie Govan (guitarra) quien ha sido elogiado por músicos como Steve Vai, Joe Satriani, Paul Gilbert, entre otros grandes, y Nick Beggs (bajo y Chapman Stick), el que, sin dudas, es uno de los mejores bajistas del momento, y por supuesto Steven Wilson en guitarras. Un dato que para muchos puede pase un tanto desapercibido, es que los arreglos de cuerdas que se escuchan en algunos temas fueron hechos por Dave Stewart, el recordado compañero de Annie Lennox en Eurythmics, siendo interpretados por la London Session Orchestra.

Steven Wilson reconoce que decidió grabar el disco de este modo porque muchos de los grandes álbumes de jazz-rock que siempre le han causado admiración, fueron grabados en vivo en los estudios. En sus propias palabras: “La idea fue, de alguna manera, capturar la espiritualidad y la clase de improvisación del jazz, y por lo tanto, hacer que los músicos de rock tocaran, también, de una manera diferente”.

“Luminol” es el primer tema del disco, con un comienzo directo, con mucha fuerza lograda a través del juego potente y recurrente que generan el bajo de Nick Beggs y la batería de Marco Minnemann. Del mismo modo, otro de los que se luce en este tema es Adam Holzman en órgano Hammond y Mellotron. El mismo S.Wilson ha sugerido que algunos encontrarán cierta similitud a la recordada interacción que se producía en Yes entre el sonido de la batería de Bill Bruford y el bajo de Chris Squire. La idea del tema nace a partir del imaginario del músico inglés quién supone que un músico callejero con el que se cruza todos los días al salir de su casa, muere víctima de una hipotermia o un accidente, y sin embargo, sin saber que esto ha ocurrido, sigue parado en el mismo lugar tocando eternamente para los supuestos transeúntes que no lo ven, o tal vez sí…

“Drive Home” es una hermosa melodía con un profundo dejo de melancolía y tristeza: un matrimonio se encuentra subido a un auto en dirección a su hogar, cuando el hombre al frente del volante cada vez que gira la vista en busca de su mujer, percibe con sorpresa, que ella no se encuentra a su lado. Ante este hecho, detiene el auto y se lanza a buscarla desesperadamente. Años más tarde, de forma misteriosa, ella se le aparece. Lo que él no sabe, o su memoria intenta borrar es que han tenido un terrible accidente, en el que ella perdió la vida por culpa de la imprudencia de su pareja. En cuanto al aspecto técnico de este tema es muy interesante escuchar al guitarrista Guthrie Govan realizando, al decir de S.Wilson, uno de los mejores solos de guitarra que se han registrado,  y que fuera hecho también en una sola grabación. Govan cuenta que este tema fue grabado con una guitarra LaRose, muy similar a una Fender Jazzmaster, la que tenía incorporada en un sector externo de su cuerpo, un mecanismo conocido con el nombre de EBow (se trata en realidad de un dispositivo de mano que mueve las cuerdas de la guitarra a través de un campo electromagnético, generando de este modo, una sonoridad similar a la de un arco que se desliza sobre las mismas). Es interesante resaltar el modo en que, por momentos, se filtra una melodía con un dejo de estilo barroco, abriendo paso al sonido de la guitarra acústica de S.Wilson.

“The Holy Drinker” se trata de un sujeto que reta al mismo Diablo a una competencia de bebedores, donde por supuesto el retador pierde y es arrastrado al infierno. Lo sorprendente de este tema es que tratándose de una melodía particularmente heavy, el sonido característico de este estilo es logrado a través de saxos soprano y barítono, pianos Fender Rhodes distorsionados, órgano Hammond, xilofones y bajo, con ausencia de las clásicas guitarras metaleras. Un dato curioso: aquí el bajo es ejecutado por S.Wilson, mientras que Nick Beggs se luce al frente de su Chapman Stick, mientras Alan Parsons colabora al frente de una guitarra tocada con efecto.

“The Pin Drop” es la historia del fantasma de una mujer que ha sido asesinada por su esposo. Ella se ve flotando sobre un río, resignada a la finitud de su propia vida: “I have not lived and loved enough” señala en un fragmento de la letra, representando el obsesivo pensamiento de Steven Wilson en torno a ideas y afirmaciones tales como el fin de la existencia, la vida después de la muerte, la energía eterna del alma, la angustia de la propia muerte.

“The Watchmaker” es definitivamente uno de los mejores temas del disco, acaso el mejor. Nos sitúa frente a la figura de un viejo relojero que ha matado a su mujer y la ha enterrado debajo del piso de su casa. El espectro de ella se le volverá a aparecer al relojero al final del tema para decirle que jamás se podrá librar de su presencia:  “I’m still inside you” es la frase que resume el final de semejante presagio. Se descubre en su melodía una característica muy especial, se trata de un claro homenaje a  una de las bandas inspiradoras de Steven Wilson: Pink Floyd. En su versión en vivo se despliega un gran telón casi transparente sobre el escenario, donde se proyecta la imagen del viejo relojero escrutando con su vista las caras del público, mientras se escucha el tic-tac de un reloj, que prologa el comienzo mismo del tema, en clara referencia a “Time”, cuarto tema del lado A del disco “The Dark Side Of The Moon”, de la recordada banda inglesa. Técnicamente estamos frente al climax de la obra, la fusión de cada uno de los instrumentos que interactúan al final presagia el cierre de la misma, el que se producirá a partir del siguiente tema.

 “The Raven That Refused To Sing” es el tema de cierre, el que a su vez le da nombre al disco. La historia se centra en un anciano amargo, solitario, que no ha tenido nada significativo en su propia existencia. Siendo niño, su hermana mayor a la que adoraba, muere, no pudiendo sobreponerse a esta pérdida en toda su vida. Un día aparece un cuervo en su jardín, el que extrañamente permanecía nevado todo el año. El cree que en el ave se manifiesta el espíritu de su hermana muerta y le pide que cante, como prueba de ello. Una vez, sólo una vez el cuervo canta y el anciano afirma que ha sido el espíritu de su ser querido el que lo ha venido a visitar. Y nuevamente Edgar A. Poe presente en este tema, con su obra “The Raven”, pudiendo apreciarse claros paralelismos entre ambas creaciones. El final se siente apoteótico, es uno de esos cierres que no me cuesta imaginarlo sobre un escenario con un gran coro de voces, orquesta sinfónica y caída del telón ante la ovación de una sala colmada de público.

Seis temas que resumen lo que a mi entender es el disco del año, no sólo por su calidad musical, o por su originalidad en el proceso de grabación, sino porque no me parece arriesgado decir que Steven Wilson ha renovado, o tal vez, hecho renacer el género del rock progresivo. Aquellos que alguna vez nos detuvimos a escuchar esos largos movimientos casi sinfónicos de grupos como Yes, los que eran tildados muchas veces de tediosos, sin serlo, y que ciertamente pudimos apreciar y valorar con mayor entusiasmo siendo ya adultos, podemos decir que un disco como “The Raven…” ha venido a insuflar nueva vida a un género que nunca debió haber caído en desgracia, o al menos, nunca haber sido condenado a ella.

En palabras de Steven Wilson: “He ingresado en un universo donde la música parece no obedecer ninguna regla mas. Es más mental, más egoísta, más pura, más espiritual. Hay más de la sensibilidad del Jazz en ella, lo cual es algo que, yo creo, estuvo ausente en mis discos anteriores”.

 

Alberto Cesar Della Bianca

 

Fuentes audiovisuales y publicaciones consultadas:

1.Wikipedia

2.Revista “Prog”, Stephen Humphries y Chris Roberts, Nº 33, Enero 2013

3.“The Raven That Refused To Sing (and other stories), Steven Wilson, CD, 2013.

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